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Es el modo de ordenar las conmemoraciones y celebraciones religiosas a lo largo del año natural, es decir según una referencia cronológica a la Historia de la salvación. La Iglesia ha ido configurando a lo largo de los siglos el año "litúrgico" o religioso.
Aunque la primera conmemoración cristiana fue la "Pascua cristiana" (la muerte y resurrección de Jesús), asociada a la "Pascua judía", pronto se formó un proceso cíclico de fiestas y recuerdos típicamente cristianos. Se abandonó el calendario judío, como se abandonó la sinagoga y la plegaria en el Templo de Jerusalén.
Los cristianos se centraron en la Pascua primero (siglo I) y en la Navidad después (desde el siglo IV). Se organizaron los recuerdos en dos períodos o ciclos: Adviento, Navidad, Epifanía, en torno a la Encarnación y venida del Señor; y Cuaresma, Pascua y Pentecostés, en torno a la Redención.
En el desarrollo de estos dos ciclos o procesos, se fueron insertando e hilvanando las fiestas de Jesús, de María Santísima, de los Santos. Cada una de ellas tuvo su origen y su motivación; pero el conjunto, al repetirse cada año, trajo, y trae, a la memoria del creyente el recuerdo de personas reales que fueron modelos de vida cristiana.
Y se insertaron y asociaron en la "Historia de Jesús”, que vino a la tierra y murió sobre la tierra.
El año cristiano responde a la costumbre universal, también judía, de celebrar recuerdos de personas, hechos y situaciones. Los judíos tenían un amplio abanico de fiestas, en las cuales participó el mismo Jesús. El centro de la alegría estaba en los acontecimientos de la salvación. También Jesús iba a Jerusalén por la Pascua (Lc. 2.41; Lc.22.1; Jn. 5,1; Mt. 26.2) y celebraba encuentros y plegarias según tradiciones: la fiesta de las tiendas (Jn. 7.2 y 7.37-38), pentecostés (Hechos 2.1) y, sobre todo, los sábados (Mt. 12. 1-14 y Mc. 2.23-27)
Los judíos seguían el itinerario anual desde antiguo, según un calendario lunar (12 meses). Introdujeron tardíamente una contabilidad también solar (cuatro estaciones). Se centraba su atención en torno al plenilunio de primavera, en Marzo-Abril, y según la forma babilónica y persa. La Pascua siempre se situaba asociada al equinocio de primavera. El sábado sagrado era el más cercano al plenilunio que sigue al equinocio de primavera.
Los cristianos pronto abandonaron el uso judío y, a medida que se extendieron por todo el Imperio, se insertaron en el cálculo del Mediterráneo, el helenístico, que seguían los romanos. La reforma de Julio César (calendario juliano) quedó en vigor hasta su última reforma hecha por el Papa Gregorio XIII, la cual comenzó a regir en 1582.
En torno a ese soporte cronológico se organizó la serie de conmemoraciones, cristocéntricas como base y hagiográficas como complemento, a las cuales llamamos año litúrgico o religioso.
Es evidente que es una de las coordenadas básicas de toda catequesis. Implica el contexto festivo y conmemorativo de los hechos de Jesús y de la Iglesia: misterios, personas, acontecimientos, referencias.
El año litúrgico es una catequesis continua y repetitiva. Es la forma convivencial de recordar y revivir cada año los misterios básicos de la fe cristiana. Además es el lenguaje social y convivencial de comunicar el mensaje cristiano, que es tanto o más importante que el verbal o el mero ritual.
Por eso la referencia litúrgica (festiva, eclesial, conmemorativa) es el alma de toda catequesis y no puede haber una buena educación de la fe si se margina el recuerdo (anamnesis) y la celebración de los hechos de la salvación.
El año litúrgico se convierte así en la referencia básica de la educación y, con sus ecos celebrativos, permite superar el simple aspecto instructivo.
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